En el día de hoy hubiera cumplido 62 años Gustavo Cerati. El artista argentino supo hacerse un nombre en la década del ’80 como líder de la banda Soda Stereo, para luego tener una muy prolífica carrera como solista, convirtiéndose así en unas de las figuras más importantes del rock latinoamericano. Tristemente, un infarto cerebral tras un show en Caracas, Venezuela, en el año 2010 lo dejó en un coma del cual jamás se despertó.
El músico oriundo del barrio bonaerense de Barracas poseía sus fieles seguidores españoles, habiendo visitado tierras españolas con cada álbum solista que publicaba. Sin embargo, esto no hubiera sucedido sin la primera gira que trajo a su banda a España y que lo terminaría convirtiendo en un artista de culto.
En mayo de 1992, Soda Stereo se encontraba en la última parte de su tour Canción Animal. Ya con planes de grabar un nuevo álbum, el trío aprovechó los shows españoles para practicar y pulir las canciones que formarían parte del trabajo discográfico que significaría un cambió radical en el sonido de la agrupación ¿De qué disco estamos hablando?
Dynamo
Dynamo, lanzado el 26 de octubre de ese mismo año, es un caso bastante particular en la historia de la música latinoaméricana. Es difícil encontrar otro disco de una banda argentina así de importante que haya significado un volantazo tan grande en cuanto a términos sonoros. Si bien, hay muchos/as artistas latinos que han variado y experimentado con su sonido a lo largo de su carrera, la forma en que se dieron esos cambios fue más gradual. En este caso, los miembros de Soda Stereo no perdieron el tiempo y se lanzaron de lleno a lo desconocido.
Primero, es necesario recordar que el grupo venía del boom gigantesco de Canción animal (1990), el álbum más exitoso del trío y definitivamente el más rockero en el sentido tradicional de la palabra, al punto que rápidamente se lo consideró un pilar fundamental del rock en español. Este éxito hizo que se embarcaran en una gira enorme, tocando por toda Latinoamérica, Estados Unidos y partes de Europa. De esta forma, todo el público estaba muy ansioso por recibir un Canción animal vol. 2 de parte de la banda.
Sin embargo, los planes de los Soda eran otros, particularmente los de Gustavo Cerati. El cantante y guitarrista venía de lanzar a principio de año Colores santos (1992), su disco colaborativo con Daniel Melero y el primero por fuera del grupo. En él, Cerati había coqueteado con la música electrónica y elementos más relacionados con lo alternativo. Así que cuando llegó el momento de hacer material nuevo con la banda, sabía que quería hacer algo totalmente opuesto a Canción animal, más en la vena de Massive Attack y My Bloody Valentine.
En palabras del propio Cerati: “Dynamo consistió en tomar Canción animal y destruirlo. Como si lo hubiéramos metido dentro del agua. Y, a nivel sonoro, quisimos producir eso, las canciones tenían más que ver con algo hipnótico. La idea era remixarlo, mezclarlo con algo más dance e incluir algo más trance en nuestra música”.
Esta idea de experimentación sonora los llevó a utilizar instrumentos poco comunes para el grupo, como el sitar, la tabla y el sampler, además de efectos como distorsión en las guitarras. Este sonido acompaña letras totalmente cripticas y humanas a la vez. Unos verdaderos privilegiados aquellas personas que pudieron disfrutar de las versiones iniciales que probaron Cerati y los Soda en shows como el que dieron en la Sala Zeleste, Barcelona.