Kiko Matamoros es una de esas personas que disfrutan de parecer duras. Por sus palabras, su manera de expresarse y el poco temor que le tiene a entrar en conflictos, el colaborador de Sálvame se ha montado una imagen fuerte, de tipo malo. Sin embargo, hay algo que tira por la borda ese disfraz.
Todo ese empaque, esa dureza similar a una roca que demuestra en el plató, flaquea apenas ve llegar a uno de los más grandes amores de su vida: su nieto Matías, el hijo de Laura Matamoros. El pequeño de tres años disfruta muchísimo de jugar con su abuelo, sea a los dinosaurios o al Hombre Araña y Kiko no tiene problema alguno en dejar de lado su costado más duro y darle paso a su lado más tierno e incluso dejarse someter por él. "Este enano me va a dejar en un juicio de faltas. Menuda pieza", escribió el colaborador en una de las publicaciones al respecto.
Cuenta Kiko que apenas el niño lo ve, se le ilumina la cara y corre a abrazarlo al grito de "bello", como lo llama. "Al principio, abuelo le costaba decirlo y me llamaba bello, y me he quedado con ese mote" comenta, para después lanzar una especie de pullita a su otro abuelo, el padre de Benji, entre risas: “A él le llama bobo, que no es que sea bobo, que le llama así. A veces se confunde...”
"Ya yo sin él me muero" afirma Kiko, revelando un lado completamente desconocido, pero que seguramente encantará a propios y extraños. No caben dudas de que detrás de todo ese maquillaje y cotilleo se esconde un abuelo cariñoso y tierno que disfruta al máximo de su nieto.