Mako renunció a su vida de royal cuando hace tres años decidió que se casaría con Kei Komuro. Según las leyes de Japón, al contraer matrimonio con un plebeyo perdería su título de princesa, sumado a que siendo mujer jamás podría ocupar el trono. No obstante, las últimas semanas se tornaron angustiantes y fue, incluso, diagnosticada con estrés postraumático antes de su boda. En un gesto de amor profundo, sus padres Kiko y Fumihito le apoyaron en esta decisión, a pesar de que implicara perderla.
La boda estaba planeada para el 26 de octubre, un martes ya que se considera que ese día traerá ventura al matrimonio. Después de su unión civil, Mako y Kei Komuro dieron una rueda de prensa, a través de la cual la princesa se despidió de la casa real y de su familia.
La única forma posible de conseguir su felicidad era la salida de la Familia Imperial y ella hizo todo lo debido durante estos tres años, en los que tuvo que posponer su enlace por varios motivos, hasta que hizo su sueño realidad: casarse con el hombre de que amaba y comenzar una nueva vida. Mako renunció a su título, a su dote de aproximadamente un millón de euros, y a su valiosa colección de joyas.
“Habrá diferentes tipos de dificultades al comenzar nuestra vida, pero caminaremos juntos como lo hemos hecho en el pasado”, declaró Mako frente a la prensa. Con esto dejaba en claro que lejos de las preocupaciones por la austeridad que deberán practicar, su prioridad es tener una vida tranquila. Kei Komuro trabaja en Nueva York desde 2008, por lo que la princesa ya tiene un lugar en un apartamento de la cuidad. Con su título en Arte y Patrimonio Cultural con especialización en museología, no será difícil para la joven encontrar un sitio en el mundo laboral.