"Estas fiestas no he podido estar con nadie" escribía Mila Ximénez en una de sus columnas en su blog de Lecturas. "Esta semana de Navidad he conseguido que sea una semana más. O eso creo", reflexionaba, para después contar que había tenido el apoyo de "sus niñas", Cristina y Terelu, aunque tenía que apagar el móvil para no "llenarlas de tonos tristes". Con ese preámbulo, la periodista daba inicio a su última Navidad.
Estas fechas no fueron sencillas para Mila durante el 2020. Confesaba haber recordado a su madre y a su padre y llorado todo el día, por aquello que no podía disfrutar, por el dolor que le causaban las ausencias y por el silencio que había en su casa, obligada a permanecer vacía, sin su hija y sin sus nietos. "He jugado a ver fotos de mis nietos en años anteriores y visualizándolos el próximo en una continua montaña rusa de regalos y abrazos" decía, deseando algo que finalmente quedaría trunco.
Estaba triste, pero tenía esperanzas, y fantaseaba con todo lo que quería hacer cuando pudiera hacerlo. Con el "bosque solitario en Amsterdam", con un paseo "entre la multitud por la Gran Vía, sin miedo a nada" y hasta con la posibilidad de mudarse "al campo con Ova". Cada una de ellas eran las posibles aventuras que la motivaban y que la hacían querer seguir viviendo, como ella misma escribía.
Esa fue última Navidad, una noche plagada de recuerdos, de dolor, de maratones de películas que la hacían llorar, pero también de esperanza. Mila creía que lo malo iba a pasar tarde o temprano y que muy pronto iba a poder volver a despertarse "con la voz de Victoria diciendo: Buenos días, abuela".