Unas vacaciones en familia, unos padres controladores, un profesor de baile irresistible y una historia de amor. Los ingredientes de la película Dirty Dancing parecían sencillos, dignos de una película pasatista que no causaría mucho revuelo. Pero la increíble banda sonora, las coreografías y las actuaciones de los protagonistas la convirtieron en una cinta de culto. Pero, ¿qué ocurrió con Jennifer Grey, la actriz principal? ¿Por qué no volvimos a verla?
El problema de la ausencia de la actriz nace de un complejo con su imagen. Hacía tiempo que Jennifer Grey estaba disconforme con su nariz. A comienzos de los años noventa, tras el éxito de la película, decidió operarse, pero la cirugía alteró completamente su rostro y quedó irreconocible. Esto disgustó a las autoridades de Hollywood, que querían a su versión antigua: “Baby” Houseman, la protagonista de Dirty Dancing. Ese problema le cerró las puertas de los grandes estudios y fue cayendo lentamente en el olvido.
“Fui a la sala de operaciones como una celebridad y salí como una anónima. Fue como estar en un programa de protección de testigos o ser invisible”, dijo, con tristeza, años después. La carrera de Jennifer Grey continuó en papeles secundarios y películas realizadas exclusivamente para televisión, lejos de la pantalla grande y del éxito que había saboreado con Dirty Dancing. Sin embargo, mucho tiempo después, la vida le daría una nueva oportunidad.
En 2010, Jennifer Grey fue invitada a participar de Dancing with the Stars, la versión estadounidense de ¡Mira quién baila!. Fue avanzando con maestría en el certamen, demostrando que no había olvidado aquellas lecciones recibidas de Patrick Swayze a finales de los ochenta. Sorpresivamente, llegó a la final del programa. Allí, en lo que pareció una redención digna de una película, ganó el concurso con la canción Do you Love me, la primera que Johnny y Baby bailaron en Dirty Dancing.
Luego, Jennifer Grey continuó trabajando en papeles menores y nunca pudo repetir la gloria de Dirty Dancing. Lejos de los grandes éxitos, nos deja un triste mensaje: “El ego nunca consigue satisfacerse del todo: cuando miro fotos de mí misma de joven me doy cuenta de que era hermosa, pero no me daba cuenta porque me veía fea o gorda. Así que dentro de unos años miraré fotos actuales y sentiré lo mismo”.