La línea de sucesión al trono nipón corre peligro. Y es que en Japón hay solo dos varones además del emperador, lo que pone en riesgo la continuidad de la Familia Imperial. El problema es que la Ley Sálica impide a las mujeres ascender al trono y gobernar, y hasta el momento cambiar la ley no es una opción.
Un grupo de expertos trabajando en el tema desde 2006, asegura que la escasez de varones volvió a preocupar a la Familia Imperial nipona. Y es que ni siquiera el primer ministro, Yoshihide Suga, tiene en cuenta la posibilidad de poner emperatrices, ya que la única variante válida es que los hombres ocupen el trono. De hecho, si las princesas contraen matrimonio con una persona fuera de la familia, pierden automáticamente sus títulos, por lo tanto también sus hijos.
Lo cierto es que, a pesar de la rigidez que se muestra, en 2017 hubo un nuevo capítulo en la historia nipona, pues Akihito abdicó y se convirtió en el primer emperador en renunciar al trono en 200 años. Quienes se encuentran al mando ahora son el emperador Akishino, de 55 años, y su hijo Hisahito, de 15, con la esperanza de que tenga hijos varones que puedan suceder el puesto.
Hasta que el pequeño se convierta en emperador, recibe una educación para aprender cómo incorporar aptitudes relacionadas con la cortesía, el estoicismo, la disciplina, la consideración y las propias materias que se suelen estudiar como historia imperial y clásica y arte, entre otras.