Cierta vez, Rocío Jurado dijo que José Ortega Cano era "torero a toda hora". Si bien ella lanzó esa frase como respuesta ante la pregunta de un reportero - que quería saber si él se encargaba de las tareas del hogar - el murciano ha hecho honor a esa figura en todos lados, mostrándose siempre seguro de sí mismo y sin miedo a nada. Sin embargo, si hay algo que le chirría y que hace que incluso se moleste en intentar censurar la emisión del documental de Rocío Carrasco, es que se hable de lo que sucedía puertas adentro de aquel matrimonio.
A pesar de que Ortega Cano quiera sostener de todas las maneras posibles que la relación con "La Más Grande" era idílica, lo cierto es que estaba lejos de ser así y cualquiera que expresara lo contrario sufría su ira. Eso fue lo que le sucedió a Gustavo González, de Lecturas, que expresó que la convivencia entre ellos era insostenible, o a Belén Rodríguez, que dejó entrever que la artista había consultado con un abogado cómo iniciar los trámites de divorcio o a José María Franco, ex chofer de Jurado, que afirmó , entre muchas otras cosas, que cuando discutían, el diestro desaparecía durante varios días, que los Mohedano estaban al tanto de la mala relación y que era normal que ella tuviese que ir a buscarlo a altas horas a los bares en los que se juntaba con otros colegas de profesión a jugar a las cartas, en un reservado oculto al público.
Hasta el momento, José Ortega Cano había sabido esquivar cada uno de esos embates con la misma soltura y habilidad que lo hacía al enfrentar a los toros. Incluso, a pesar de recibir algún que otro golpe, pudo sostener también los de la propio Rocío Carrasco, que desde que cortó relación con él se ha encargado de develar muchas intimidades. Sin embargo, sabe perfectamente que no podrá hacer lo mismo con el documental y con el diario.
Ese es el motivo que lo encuentra tan desesperado, que hace que se resienta su salud. Acusar a los periodistas de partidarios, o tratar de mentirosa a la hija de la Jurado es sencillo. Después de todo, tiene el apoyo de la familia, tanto de la directa como de la política, y hay todo un sector de la sociedad que apoya a todo aquel se manifieste contra la colaboradora. El problema es que esto no funciona de la misma manera con Rocío Jurado y él entiende que el testimonio de ella, volcado en diarios que le ocultaba y que escribía a escondidas para no hacerlo enfadar, va a derribar el castillo de naipes que montó y lo expondrá de la peor manera posible, incluso ante quienes supieron defenderlo.