Hubo un tiempo en que había vida en el corazón de la Infanta Cristina, previamente a su relación con Iñaki Urdangarin. Su nombre era Álvaro Bultó y en aquel entonces tenía 30 años y ella 27. Oriundo de Barcelona, nació en el seno de una clásica familia de la burguesía catalana, hijo de la aristócrata Inés Sagnier Muñoz y su padre, el empresario Francisco Javier Bultó Marqués, cofundador de la fábrica de motos Montesa y de Bultaco.
Álvaro era educado y cosmopolita, había decidido especializarse en deportes extremos como la caída libre o la escalada vertical. Al parecer, se conocieron con la Infanta durante una cena con amigos y solían reunirse en la finca familiar de los Bultó en Tarragona, así como en el apartamento que Cristina compartía en Barcelona con su prima Alexia.
Juntos, compartieron experiencias deportivas como el rafting o el esquí. De hecho, la revista Hola sacó en portada sus primeras fotos como pareja mientras esquiaba en Baqueira durante el mes de enero de 1993. “Su amistad es cada vez más sólida” se comentaba por aquel entonces, lejos de conocer la verdad detrás de la relación, en la cual crecía un amor cada vez más grande.
Sin embargo, les resultaba cada vez más difícil congeniar en sus estilos de vida tan diferentes, así como también encontrar momentos para verse: luego de tres años, la relación se terminó. Veinte años después de aquella relación llegaría la tragedia: mientras practicaba salto base en los Alpes Suizos, el paracaídas de Álvaro no se abrió. Bultó falleció de esta manera el 23 de agosto de 2013.