La boda de José Ortega Cano y Rocío Jurado hizo dudar hasta al mismísimo rey Juan Carlos, tanto que bromeaba: “Yo no voy a poder gastar tanto en la boda de la infanta”. Y es que el despliegue que significó la boda del torero y la cantante revolucionó a todo el mundo. Además de ello, esa boda suponía una comparación inevitable entre Elena y Jaime de Marichalar.
José Ortega Cano y Rocío Jurado contrajeron matrimonio en febrero de 1995 ante la mirada de 1500 invitados. Lo que nadie sabía era cómo se habían conocido ambos; un tímido José Ortega Cano se cruzó con la cantante, pero no se animó a dirigirle la palabra. Más tarde el destino los volvería a cruzar.
Esta vez, José Ortega Cano y Rocío Jurado entrelazarían sus caminos en una salita de espera de la consulta del doctor Mariscal, endocrinólogo, al cual según se comenta el torero no tenía cita. Según varias fuentes, incluido el libro “Canta, Rocío, canta”, se dice: “Él se enamora de Rocío, y ella, de José”, haciendo hincapié en que a ninguno de los dos le importaba el apellido o la fama que pudieran tener.
“Hasta ahora no había encontrado a esa [dama] que yo necesitaba, esa [dama] con la que soñaba compartir mi vida. Me enamoró su faceta de persona tímida, tierna y generosa”, expresaba José Ortega Cano cuando hablaba de Rocío Jurado. Lo cierto es que el torero cometió muchos errores que involucraron a Rocío Jurado, en especial el día de su boda al colocarle mal la alianza.