El prestigioso deportista nacional, Iñaki Urdangarin, logró consagrarse como uno de los mejores en su disciplina hasta el punto de integrar el seleccionado del país, donde compitió en tres oportunidades de los Olímpicos (Barcelona 92, Atlanta 96 y Sidney 2000). Sin embargo, tras de su retiro del circuito profesional, el exesposo de la infanta Cristina comenzó una polémica participación en la Fundación Noós y la emblemática empresa Telefónica. Los diversos problemas financieros lo involucraron de lleno en estafas y asociaciones ilícitas, por lo que el fisco lo condenó a pasar un extenso período en prisión por malversación de fondos públicos.
En este contexto, el peso mediático de la imagen que transmitía Iñaki Urdangarin fue fuente de inspiración para el periodista y director de Vanitatis, quien adoptó este personaje para convertirlo en una obra literaria. De esta manera, sacó a la luz ´Urdangarin, relato de un naufragio´ en el que desveló asombrosos detalles de sus días detrás de los barrotes de Brieva. "Algunos privilegios eran comprensibles o se pueden defender por cuestiones de seguridad, pero otras menos, como tener una televisión o tener una bici estática frente a la televisión", declaró el autor en ‘El programa de Ana Rosa’, mientras promocionaba su libro.
Además, Iñaki Urdangarin cumplía su sentencia con ventajas conseguidas. Una de ellas consistió en el alojamiento en una celda femenina solo para él, donde, además, se vanagloriaba de tener un baño personal y una sala de estar. También, se rumoreó que su exesposa comenzó a visitarlo con frecuencia, aunque con el tiempo estos contactos fueron más esporádicos. "No pidieron en ningún momento bis a bis y el vínculo salió tocada de allí. La logística era complicada. Tenía que tomar un avión desde Ginebra, luego una furgoneta". Estos fueron algunos de los motivos por los que el atleta padeció una profunda depresión al inicio de su estadía en la institución que buscaba rehabilitarlo socialmente.
El escritor encargado de realizar la biografía de Iñaki Urdangarin aseveró: "Es verdad que lo pasó muy mal allí. Estuvo 949 días solo, 24 días solo. Solo hablaba con los funcionarios y con el capellán del lugar, con el que entabló un vínculo estupendo. Tuvo una especie de depresión a los meses de entrar". Finalmente, el excuñado de la reina Letizia afirmó que los dos años que estuvo apartado de su círculo familiar lo llevaron a cambiar su perspectiva de la vida para intentar adquirir una nueva etapa llena de empatía y compasión: "Le llegaban muchos libros, pero le llegaban muchos religiosos y de filosofía".