Hoy en día la monarquía griega está extinta. 1974 fue la última vez en que se ha visto a los reyes como tal por las calles de Atenas. Lo cierto era que esta institución tuvo un final pronunciado, por lo que la reina Federica de Grecia sabía que era primordial mantener el linaje familiar. En 1954, la madre de la emérita Sofía tramó un plan perfecto para casar a sus tres hijos. A continuación os contamos el hecho que dejó estupefacto al pueblo mediterráneo.
La realeza es capaz de hacer todo lo imposible con el objetivo de lograr el fin de permanecer en el tiempo. A pesar de que en Europa se han extinto diferentes monarquías, sus descendientes aún permanecen dentro del selecto grupo noble de sus países; o más bien han contraído matrimonio con reyes y reinas de coronas más poderosas, como ha sido el caso de Juan Carlos I y Sofía. El plan perfecto de Federica consistió en presentar a sus hijos menores en público de una manera poco usual.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el lazo entre la nobleza europea jugó un papel importante para reconstruir los Estados. Asimismo, en susodicho período surgió la ilusión de contener a las ambivalentes monarquías. Fue allí cuando Federica organizó una fiesta en el barco de la realeza griega, llamado Agamenón, y lo dispuso a navegar por el Mediterráneo. El plan era sencillo: conseguir pretendientes para Irene, Constantino y Sofía.
El viaje comenzó el 22 de agosto en Venecia y se dirigió a las ciudades turísticas de Grecia, como Myconos y Cnosos. Además de jugar a los flechazos entre las familias reales, la madre de Sofía pretendía que la alta sociedad conociera los paisajes más emblemáticos de su país para así atraer a los visitantes. En ese mismo crucero, un Juan Carlos de 16 años conoció a la entonces hoy emérita. Siete años después del viaje, ambos contrajeron matrimonio y el resto es historia conocida. Gracias a Federica, nos ha quedado en claro que, para atraer el amor y para los negocios, nada mejor que una travesía por el Mediterráneo.