A pesar de lo mucho que críticos, pensadores y ciertos intelectuales aborrecen y denigran a la televisión, es imposible negar el impacto de esta en la sociedad. El caso de Rocío Carrasco, instalando términos que permanecían ocultos y cambiando ciertos paradigmas con su docuserie, es el más reciente, aunque no es el único. Un ejemplo de alguien que ha sabido hacer algo similar es el de Ana Diosdado.
Corría 1983. Hacía poco que en España se había decretado la reforma del Código Civil, instalando una figura que a día de hoy se acepta natural, pero que en su momento trajo mucha polémica: el divorcio. Fue entonces que Ana Diosdado se atrevió a llevar a la pantalla y protagonizar una serie que trataba el tema por primera vez en la historia de la televisión, la mítica 'Anillos de oro'.
Fueron solamente 13 episodios, en una sola temporada, pero resultaron suficientes. Ana Diosdado, Imanol Arias y el resto de su equipo hicieron que la audiencia pudiera entender los cambios que se venían en la sociedad y en la familia, perderle el miedo a una palabra que hasta hace nada era poco menos que un insulto y espantar fantasmas y mitos tendenciosos propiciados por quienes se resistían a la modificación.
Ya pasaron casi 40 años desde el estreno de 'Anillos de oro', tiempo en el que se demostró que todos los males que se profetizaban no fueron tales. Ahora es natural hablar de esas situaciones, pero no caben dudas de que el camino hubiese sido mucho más difícil sin la escritura de Ana Diosdado. Esa es su más importante herencia.