El 3 de diciembre del 2023 probablemente pase a la historia. Eran poco más de las 10 de la mañana cuando Jaime del Burgo se presentaba en su cuenta de Twitter y afirmaba que Letizia había sido infiel al rey Felipe VI. Una declaración que despertaba una verdadera revolución en las redes y que destapaba una trama que a nadie parecía sorprender demasiado.
Para sustentar su relato, Jaime del Burgo se basaba en dos pruebas contundentes. En la primera de ellas se podía ver una foto personal que la reina Letizia le habría enviado junto a un mensaje en el que le decía que estaba usando una de sus prendas para no extrañarlo tanto. Una fotografía que, eso sí, no evidenciaba ninguna fecha en concreto.
La segunda de las pruebas era mucho más detallada. Jaime del Burgo contaba muchos episodios (con fechas incluidas) de su vínculo con la reina Letizia, narraba su única discusión (por celos), hablaba de un plan para poder divorciarse de Felipe y escaparse juntos y hasta instalaba la posibilidad de un hijo entre ellos. Más tarde, el propio periodista intentaría darle un contexto a estas "anécdotas" y negaría algunas de sus palabras, aunque ya había instalado una idea colectiva difícil de remover.
Solo pocas horas después de desatar el escándalo, Jaime del Burgo decidía borrar todas las publicaciones de su cuenta de Twitter. De poco serviría, ya que las capturas de pantalla ya habían comenzado a circular por todos lados y la imagen de una Letizia infiel se había transformado en la comidilla de las redes y de la prensa, a pesar de la dudosa veracidad de las pruebas presentadas. Una maniobra poco clara y de difícil justificación que parece ser solo el comienzo de un nuevo episodio contra la Familia Real.