Felipe VI de España, coronado en 2014 tras la abdicación de su padre, el rey Juan Carlos I, no es solo un monarca con un impecable currículo académico, sino también un deportista consumado. A la edad de 21 años, participó en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 como miembro del equipo español de vela, aunque no lograron llevarse una medalla. Es, hasta la fecha, el único miembro de la familia real española en haber participado en las Olimpiadas.
Más allá del deporte y la política, Felipe VI también es un políglota. Habla con fluidez español, inglés, francés y algo de catalán. Su habilidad para comunicarse en múltiples idiomas no es solo un factor positivo, sino también un ejemplo de la educación multifacética que ha recibido desde temprana edad, que incluye una maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad de Georgetown en Estados Unidos.
El lado oculto de Felipe VI
Uno de los aspectos menos conocidos pero más intrigantes de Felipe VI es su conexión con la Orden de la Jarretera, una de las órdenes de caballería más antiguas y prestigiosas del mundo, fundada en 1348. El rey fue nombrado caballero de esta orden británica en 1988, mucho antes de asumir el trono. La pertenencia a esta orden significa que el monarca tiene un vínculo especial con la familia real británica, y también lo sitúa en un linaje que incluye a líderes y personalidades históricas.
Además, Felipe VI tiene el título de "Rey de Jerusalén" como parte de sus títulos oficiales, aunque es simbólico y no tiene poder o gobierno sobre la ciudad. Este título, que se hereda y se incluye en la larga lista de títulos que ostentan los monarcas de España, es un vestigio de las pretensiones históricas que datan de los tiempos medievales y las cruzadas. Aunque puede parecer un detalle menor, añade una capa más de complejidad e interés a la figura del actual del soberano.