Sin lugar a dudas, dentro del amplio mundillo de las celebridades, las bodas suelen formar parte de esa serie de eventos que dejan huella y se graban en la memoria de miles de personas. En ese sentido, el caso del enlace de Isabel Preysler y Julio Iglesias no ha sido la excepción.
Sin embargo, más allá de los recuerdos imborrables, debe destacarse el carácter accidentado que supo tener aquella histórica boda. Aunque no muchos lo recuerden, la socialité nacida en Filipinas pasó por varios momentos difíciles durante el que debería haber sido su día más feliz, e incluso los testigos han indicado que estuvo entre lágrimas durante buena parte del evento. ¿Motivos? Principalmente hay uno.
La boda se volvió complicada por el hecho de que Isabel se sentía sola, sin muchos asistentes de su entorno, y lejos de casa. “Prácticamente no había amigos, y el padre de Isabel no quiso venir, porque eso de que se quedara embarazada de un cantante no le hacía mucha ilusión”, supo explicar al respecto Pilar Eyre. Además, estamos hablando de una dama que, por entonces, tenía tan solo 20 años, por lo que estar dando un paso tan importante para su vida como contraer matrimonio, en ese estado de indefensión e inexperiencia, no fue nada sencillo.
Más allá de las dificultades, lo cierto es que Isabel Preysler estaba enamorada de Julio Iglesias y, efectivamente, anhelaba seguir a su lado. Por eso, luego de las dudas que hubo en un primer momento tras la propuesta del cantante, la boda se llevó a cabo en Illescas. El resto, claro está, es historia conocida.
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