Corría el año 1961 cuando don Juan Carlos veía por primera vez a la reina Sofía, en ese entonces, princesa. Ambos coincidieron en la boda de los duques de Kent. Sin embargo, la madre de Sofía, la emérita Federica, tenía otros planes para su hija: casarla con Herald de Noruega. Finalmente, los planes no resultaron como la reina de Grecia esperaba, por lo que organizó unas vacaciones con los condes de Barcelona.
Durante dichas vacaciones, don Juan Carlos le declaró su cariño a Sofía y, sin saberlo, con ese gesto se vinculó con una de las suegras reales más complicadas. Con esto queremos decir que Federica fue la dama que siempre enfrentó al monarca, lo que significa que con él siempre mantuvo un vínculo muy tenso, con muchas idas y venidas.
Como una persona muy influyente, Federica de Grecia logró convencer a don Juan Carlos de que su hija se convertiría sin problema al catolicismo para casarse con él; y así fue. Con este gesto, vemos que la dama logró todo lo que quiso, teniendo un carácter bastante marcado. Pero justamente fue su resolución la que la enfrentó al emérito.
Es en este contexto que la escritora Pilar Rubio describió que las tensiones entre yerno y suegra eran comunes y constantes, ya que don Juan Carlos se manifestaba en contra de los planes manipuladores de Federica de Grecia. Y como era de esperarse, su vínculo terminó muy mal, aunque fue el padre de don Felipe VI quien luego de cinco días de negociaciones con la corona griega logró organizar el funeral de su suegra.