El rey Felipe tiene un motivo más que suficiente para protagonizar un acercamiento con sus hermanas, las infantas Elena y Cristina. Los últimos años han estado marcados por una cierta división en el núcleo familiar del monarca, sobre todo desde la asunción de Letizia a la Corona, lo que ha conllevado una serie de desencuentros con las hijas del emérito, Juan Carlos I.
Sin embargo, hay dos cuestiones de importancia en el trasfondo de las preocupaciones del rey Felipe VI y sus hermanas. Una de ellas es la salud de su padre, Juan Carlos I, una compleja situación que plantea un nuevo escenario en los vínculos de la familia real de España, donde el paso del tiempo deja huellas insoslayables.
Si bien la atención suele centrarse en el rey emérito debido a sus dificultades para movilizarse por su cuenta en sus distintas apariciones públicas, su esposa, la reina Sofía, también experimenta las consecuencias del paso del tiempo. A punto de alcanzar los 85 años el próximo 2 de noviembre, la madre de Felipe enfrenta el desafío de volver a unir a toda su familia, una misión en la que no ha alcanzado el éxito.
El obstáculo entre Felipe y sus hermanas
La presencia Letizia en este escenario ha alterado el equilibrio emocional de doña Sofía. Desplazada en todos los ámbitos, incluso como abuela de la princesa Leonor y la infanta Sofía, la emérita se siente marginada en la Zarzuela, una situación que inquieta a sus hijas, Elena y Cristina. Consciente de ello, el rey Felipe ha intentado tender puentes, pero las diferencias de sus hermanas con su esposa han perpetuado el distanciamiento. Lo cierto es que, al día de hoy, la esposa de don Juan Carlos sigue siendo la única que pueda volver a unir a una familia donde reina la división.