Desde hace cientos de años, rige en el imaginario popular una serie de mitos y leyendas que envuelve una verdadera fortuna: misteriosos tesoros que en la actualidad no fueron hallados y que despiertan la curiosidad de miles de aficionados a la numismática debido a su incalculable suma de dinero. Obras de arte, melodías y hasta producciones cinematográficas se confeccionaron en torno a un misterio que, si bien se ubicó en el plano de la imaginación, lo cierto es que existen realmente.
Se dice que los dueños de esos botines escondieron tan bien estas joyas y monedas antiguas que su afán de que nadie se tope con ello los llevó a navegar en las profundidades de los océanos hasta llegar a islas desiertas y verdaderos paraísos. Un ejemplo concreto de esto es el famoso tesoro enterrado de la isla de Oak o Isla del Roble situado en el océano Atlántico, frente a la costa de Canadá. Si bien los investigadores llevaron una ardua tarea de rastrillaje sin éxito que los llevó a excavar hasta los nueve metros de profundidad, los paisanos aseguran que allí hay un cofre lleno de dinero.
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Otro ejemplo concreto es el denominado tesoro del rey Juan de Inglaterra. Cuenta la leyenda que el monarca había separado su dinero y joyas tras haberse enterado de su enfermedad. Ante esto, se dice que los guardias tomaron las alhajas y las monedas de oro, haciéndolas desaparecer sin dejar ningún tipo de rastros. Asimismo, si de Imperios se trata, el continente americano sur mantiene en vilo a toda una camada de especialistas en antropología que están en búsqueda del dinero y los elementos de valor que los Incas enterraron para que ninguna persona ajena a su cultura pueda quedarse con su riqueza.
Las ocultas piezas más imponentes que valen muchísimo dinero
Las navegaciones en los siglos pasados fueron de lo más misteriosas y que más despertaron el interés de todo un pueblo. Se cree que aquellas embarcaciones que traían dinero recaían una especia de maleficio que los dejaba en el naufragio, o bien, eran víctimas de castigos divinos mediante la manifestación de la naturaleza. En otras palabras, en 1577 la corona española se dirigía desde La Habana hasta Europa, pero fue alcanzado por un poderoso huracán haciendo que todo el tesoro se hunda en el mar Caribe. Finalmente, el buque El Flor de la Mar de 1511 corrió con la misma suerte, ya que en un confuso episodio perdió todo el oro y piezas de la realeza en altamar dejando a sus tripulantes con vida.