La imagen del Rey Juan Carlos I está muy debilitada, debido a sucesivos escándalos mediáticos y jurídicos que lo dejan muy mal parado ante la opinión pública. El monarca ha decidido exiliarse a Abu Dabi, donde puede descansar del escrutinio social y planear una revitalización de su deteriorado marketing personal. Pese al terminante exilio, sus hijas, las infantas Cristina y Elena viajan a visitarlo en determinadas fechas especiales. Ya lleva un año alejado de sus funciones.
Es que la situación legal y pública del Rey está cada vez más complicada. A las acusaciones de fideicomisos en paraísos fiscales se le sumaron sospechas de compras ilegales de armas y ahora una nueva exclusiva sacude a la corona: Corinna Larsen - ex amante del Rey- presentó una demanda en la que lo acusa de "vigilancia ilegal encubierta" y de hostigamiento desde 2012. Un complicado momento mediático del que Juan Carlos I parece no poder despegarse.
Entre las apariciones públicas que el Rey no podrá realizar se encuentran las regatas celebradas en Sanxenxo y la Copa del Rey, que tiene lugar en Mallorca. Hay un total hermetismo en torno a su figura y a la prensa se le complica cada vez más acceder a declaraciones del monarca: su vocero y amigo es Pedro Campos, quien tiene cintura para tratar con los medios y trata de dejarlo lo mejor parado posible. Cosa que se dificulta cada vez más.
Ahora salieron nuevas cuentas en Suiza, con lo que el Juan Carlos I afrontaría nuevas causas de evasión financiera y corrupción. La desición de la corona ha sido la de exiliarlo, tratando de apaciguar el runrún mediático que lo persigue como una peste. A su vez, otros miembros de la realeza evitan mostrarse cerca del Rey: no quieren salpicarse del infortunio real que tiene a toda la corona amenazada, en épocas donde las monarquías sufren un cada vez más intenso desgaste moral.