Actualmente, la situación dentro de la familia real de Mónaco es un tanto atípica, por no decir compleja. Al proceso de recuperación física y mental que ha mantenido a Charlène alejada del ojo público durante meses, se han sumado las especulaciones sobre una profunda crisis matrimonial entre la princesa y Alberto de Mónaco.
Desde que Charlène comenzara con sus problemas de salud —el pasado mes de noviembre—, se ha alejado cada vez más del palacio, de su esposo y hasta de sus propios hijos, los mellizos de siete años, Jacques y Gabriella, que deben lidiar con los vaivenes propios de una vida como royals. Si bien a la princesa se la ha visto muy apegada a sus hijos, ella no ha podido evitar que se vean afectados por la distancia.
Recientemente, algunos especialistas se han preguntado cómo este contexto puede afectar el desarrollo de los mellizos, quienes fueron obligados a estar alejados de su madre. Recordemos que, si bien Charlène dejó el Principado para viajar a Sudáfrica temporalmente, allí cayó enferma, por lo que retrasó su vuelta durante meses.
Según aseguran los expertos, la figura materna es muy importante para los niños, sobre todo a edades tan tempranas. Es por este motivo que, cuando esta figura se ausenta, se podría afectar el bienestar emocional de los hijos, haciéndoles sentir abandono y rabia, lo que acaba manifestándose en la conducta, inevitablemente. Explicándole al niño o niña el motivo por el que la madre se tiene que ausentar, y asegurándose de cubrir esos cuidados con otra figura de apego, no debería representar problema alguno, agregan.
Al mismo tiempo, los profesionales consultados se han pronunciado respecto a la idea de Alberto de llevar consigo a sus hijos a cada acto público en el que aparecía: “Es una idea malísima” aseguran, ya que presentarlos a la mirada pública supone “una presión de evaluación” sobre los niños y que, en una situación ideal, ambos deberían haber permanecido al resguardo en el Palacio Principesco, protegidos por sus familiares.