La historia de Carlos II de España ha llamado desde siempre la atención tanto de académicos como del público general. Por un lado hay quienes lo han visto como objeto de estudio por su rol en la historia o su frágil estado de salud. Por el otro, quienes por mera curiosidad se ven atraídos por su peculiar aspecto físico.
Lo cierto es que el último monarca de los Austrias fue un alma bastante desafortunada. Nacido al final de una larga línea de endogamia, producto del afán de su familia en asegurar el linaje real, Carlos II sufrió mala salud durante toda su vida. No solo estaba gravemente desfigurado, sino que poseía un conjunto de signos psiquiátricos, conductuales y físicos que le imposibilitaron desarrollarse como gobernante, motivo por el cual durante su reinado la mayor parte del poder estuvo en manos de su madre, Mariana de Austria.
Entre sus padecimientos, se destacan enfermedades del tipo respiratorias y diarreicas, convulsiones y un profundo retraso en el desarrollo cognitivo. Además, llegada su edad adulta se supo que el rey estaba imposibilitado para dejar descendencia ya que era infértil.
Todas estas cuestiones, en un momento de la historia en donde no existían muchas explicaciones científicas, tuvieron como consecuencia que, tras una curiosa investigación, se haya concluído que Carlos II había sido hechizado a los 14 años para quitarle el trono, la salud y su capacidad de concebir un heredero.
Según la leyenda, Carlos, el último de la dinastía de los Austrias, fue maldito por el incesto que se produjo dentro de su familia durante años, envenenando su sangre para que no le sea posible dejar descendencia.
Lo cierto es que Carlos fue concebido en medio de profundos conflictos políticos en Europa, debido al intento de los Habsburgo de controlar el continente. Los Habsburgo provenían de Austria y su plan era hacerse del trono francés. Además, gobernaron los Países Bajos, Bélgica y partes de Alemania. Carlos, siendo el último de esta dinastía, desafortunadamente (para sus planes) era demasiado feo, deforme y atrofiado intelectualmente para gobernar España y sus vecinos.
Llegado el final de su reinado, quien tomó las riendas del poder fue su segunda esposa, la reina Mariana de Neoburgo. Carlos II, el último de los Habsburgo españoles, murió el 1 de noviembre de 1700 a los 38 años, aunque aparentaba una mayor edad. Según el médico forense, su cadaver “no tenía ni una sola gota de sangre, el corazón apareció del tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroídos, los intestinos putrefactos y gangrenados, tenía un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua”.