A pesar de los rumores que aun, al día de hoy, los medios especializados se esmeran por esparcir, la infanta Cristina no tiene el corazón lastimado ni continua enamorada de Iñaki Urdangarin. Su círculo más privado de amigos y colegas lo sabe bien: el amor ha sido sustituido por el disgusto y la frialdad.
Además, la intención de divorciarse sigue siendo irrevocable. La imagen que ha querido construirse de Cristina de Borbón, como una persona débil y de pocas luces, atenta profundamente contra su dignidad de dama y ofende profundamente.
Según fuentes cercanas a la hermana del rey Felipe, ella no comprende de donde sacan la información. Quizá pueda confundirse con mera compasión: la infanta se compadece del padre de sus hijos y, muy probablemente, continúe ayudandolo económicamente, Crisrtina de Borbón solo quiere lo mejor para sus hijos.
Tal es el caso de los últimos viajes a Ginebra con el fin de ver a Irene o las vacaciones a Formentera con los chicos: todo ha salido del bolsillo de la hija de Juan Carlos. Este último, cabe destacar, ha aconsejado que termine todo vínculo con el hombre que la ha humillado tan descaradamente.