Aislamiento en África. Hermetismo total. Distancia con su marido y sus hijas. ¿Qué puede llevar a Charlène de Mónaco a tomar distancia de su familia y a recluirse de su participación como figura pública? Justamente, su peor enemigo no sería la enfermedad que padece, la cual es vaga, difusa y muy poco específica. Su miedo es uno: la opinión pública.
Que los royals afrontan un asedio mediático constante, eso está claro y es sabido. Tan solo su ausencia de la vida pública hizo que Charlène pasara a ser la comidilla del periodismo internacional. ¿qué le pasa? ¿A dónde está? ¿De qué se oculta? Esas son algunas de las preguntas que se hacen sobre la princesa más enigmática, quien cumplió 44 años en el día de hoy.
"La supuesta enfermedad de Charlene de Mónaco no es tal", escribe una periodista especializada en monarquías, “sino que tiene el rostro desfigurado por una operación estética, lo cual le habría llevado a su inestabilidad emocional actual". Toda cirugía estética tiene un riesgo y la exigencia de ser por siempre bella pudieron llevar a la royal a tomar una fatídica decisión, que terminó de la peor forma.
Ausencia en los eventos protocolares, en las fiestas de fin de año y hasta en su propio cumpleaños. Algo grave ocurre y, para ocultar ese algo, no se le puede ver el rostro a Charlene de Mónaco. Esto es lo que refuerza la teoría de que una cirugía estética salió mal y eso la tiene recluida. Pero hay más teorías: que tuvo un aborto espontáneo, que está peleada con Carlos II e, incluso, que tuvo un brote psicótico. Ante la nula respuesta de la corona, las especulaciones están a flor de piel.