Si hay algo que le dejó la vida a la infanta Cristina es un corazón lleno de agujeritos. Su desengaño sentimental con quien fuera su esposo, Iñaki Urdangarin —quien terminó en prisión al ser acusado de corrupción y evasivas fiscales—, la dejó en un triste pesar. Pese a los intentos por seguir adelante con su matrimonio, la cosa no dio para más y puso punto final a tanto martirio psicológico de la presión social y de sus propias experiencias como heredera del trono. Al igual que la emérita reina Sofía, la hermana del rey Felipe VI afrontó todas clases de críticas sobre su vínculo con su esposo, en este caso, el exbalonmanista. Sin embargo, en las últimas horas ha evidenciado que está dispuesta a sanar toda clase de heridas siguiendo los pasos de su legendaria madre.
La infanta Cristina ha adoptado un perfil discreto ante la mirada mediática y pública, aunque el expresidiario, en contraposición, se ha dejado ver regocijando su vida en libertad en compañía de un nuevo amorío. No obstante, el proceso de sanación de la cuñada de la reina Letizia la llevó a buscar refugio no en otro corazón, sino en un profundo proceso espiritual. Para ello, armó las maletas y viajó fuera del continente para cumplir con su misión.
Vale recordar que la infanta Cristina lleva a cabo acciones solidarias por todo el mundo debido a que es directora del Área Internacional de la Fundación La Caixa. Su vasta agenda de compromisos diplomáticos e institucionales hicieron que conociese nuevas culturas y formas de realizar distintas terapias holísticas que sanen sus pesares. Es así que se ha dejado retratar alegre y sonriente en India, lejos de los conflictos judiciales que le conlleva la división de bienes de su divorcio.
Paradójicamente, dicho país también fue escogido por la reina Sofía al enterarse de las infidelidades del rey Juan Carlos I, por lo que la infanta Cristina heredó esta faceta de su madre. En otras palabras, no es la única royal de la corona nacional que busca refugio de sus problemas personales. Según afirman fuentes extraoficiales al clero, tanto fue lo que inculcó doña Sofía en sus hijos de transformar las tristezas en misión que hasta el propio hijo mayor, Juan Valentín, ha decidido seguir los ejemplos de su abuela y progenitora en lo que respecta a encabezar proyectos de voluntariado y acciones sociales.