Rocío Carrasco no imaginaba, hace apenas unas semanas, que su imagen cambiaría de manera tan drástica ante los focos de la prensa. Devenida en la estrella absoluta de Telecinco gracias a los testimonios de su serie documental, la cual se ha convertido en el programa más redituable de la programación del canal, la hija de la Jurado se enfrenta ahora a un panorama mucho más desolador.
Dicho de otro modo, Rocío Carrasco refleja el paradigma del cambio de era que intenta llevar a cabo Mediaset. De ser la estrella televisiva de la cadena, la heredera universal pasó a ser uno de los nombres vetados en su nuevo código ético que pone el foco en los personajes y temáticas que puedan resultar más controversiales.
Lo cierto es que Rocío Carrasco marcó, de alguna manera, el punto de inflexión que ha vivido Mediaset en los últimos tiempos. Fue precisamente tras el final de su sonada docuserie que la flamante dirección de la cadena televisiva decidió emprender un nuevo rumbo.
Vetada en Mediaset
Rocío Carrasco conseguía de esta manera traspasar la pantalla e instalar conceptos como los de agresión machista y vicaria (ejercida por familiares, especialmente por hijas e hijos), feminismo o hostigamientos psicológicos que introdujeron un debate sobre la salud mental. Se trataba, en definitiva, de temáticas que, ahora, no tienen más espacio en Telecinco. En este marco, la de Chipiona tiene la tarea de reinventarse a sí misma.